Que sí. Que mucha filloa, mucho pulpo, mucho lacón con grelos, mucha empanada, mucho marisco… pero después, de gallego, solo el nombre. Muchos presumen, pero pocos son los restaurantes que pueden levantar la cabeza con orgullo y defender que sus raíces proceden de la antigua Gallaecia romana. Porque no basta incluir en la carta o en el menú diario productos o recetas de origen gallego para que un restaurante pueda poner en su local el sello que distingue la calidad que hace que Galicia sea única. Porque ser gallego es mucho más que eso.
Si alguna vez has visitado Galicia sabrás que solo un verdadero gallego es capaz de identificar con exactitud ese noséqué que hace tan especial esas tierras. La calidad de sus productos es indudable. Los mejores pescados, los mejores mariscos, algunas de las mejores carnes y de los mejores vinos se crían o se cultivan en nuestras tierras y se venden en la capital con sello de calidad. Un restaurante que se precie de ser realmente gallego tiene un compromiso firme y moral con ese estándar de calidad. Por eso, nosotros, en Restaurante Saraiba, vamos directamente a los productores locales en Galicia para obtener el mejor producto y también a la lonja de la capital española, Mercamadrid. Porque es ahí adonde se exporta lo mejor de lo mejor de la producción gallega. Por eso, cada mañana, ahí está Daniel, el jefe del restaurante. Cuando los primeros rayos de sol apuntan al alba acude a Mercamadrid para seleccionar siempre todos los productos y llevarlos a la mesa de nuestro restaurante.
Tener la mejor materia prima no basta, hay que saber elaborar las recetas y, a veces, contar con la maestría de añadir toques de vanguardia e innovación sin hacer desaparecer la esencia y la tradición.
Muchos comensales acuden a un restaurante atraídos por el cartel de «gallego» y alguien puede pensar «¡qué bien!, ¡qué rico todo!». Pero, la gran pregunta es: ¿realmente es gallego? Y los que somos del Norte somos de paladar exigente, no podemos negarlo; y nos gusta comer. Así que, distinguimos rápidamente un buen pescado, que un marisco está bien o mal cocinado, si el pulpo está en su punto o si en el plato hay más cachelos de los que debería. Algo que, por cierto, nunca nunca pasaría en Galicia.
Además de la calidad, del contenido del plato y de la receta, que el restaurante esté regentado por un gallego es una garantía de que realmente la identidad del local es gallega. Alguien que no haya vivido en Galicia, que no haya mamado desde pequeño la cultura gastronómica de nuestra tierra, no puede hacer más que replicar una receta. Lo hará mejor o peor, pero nunca podrá ponerle ese regusto a morriña y a terras meigas, trasladarte a ese mundo en el que los olores, los sabores, los vinos, los pescados, los mariscos… se funden en un todo para crear algo inigualable, algo que dentro o fuera de tierras gallegas es claramente reconocible. Y eso es algo que sabemos hacer muy bien en Restaurante Saraiba.
Si vas a un restaurante que presume de ser «gallego» y no te traslada un poquito de morriña de la que todos los gallegos llevamos en el corazón y en el paladar cuando salimos de esa esquina del noroeste de España, algo falla. Porque en el ser o no ser gallego, o se es o no se es. No hay medias tintas.
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